Del socialismo utópico al socialismo científico
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vino la derogación de las leyes cerealistas
(*), que instauró de una vez para siempre el
predominio de la burguesía, y sobre todo de su parte
más activa, los fabricantes, sobre la aristocracia de
la tierra. Fue éste el mayor triunfo de la
burguesía, pero fue también el último
conseguido en su propio y exclusivo interés. Todos sus
triunfos posteriores hubo de compartirlos con un nuevo poder
social, aliado suyo en un principio, pero luego rival de
ella.
La revolución industrial había creado una clase de grandes fabricantes capitalistas, pero había creado también otra, mucho más numerosa, de obreros fabriles. Esta clase crecía constantemente en número, a medida que la revolución industrial de iba adueñando de una rama industrial tras otra. Y con su número, crecía también su fuerza, que demostró ya en 1824, cuando obligó al Parlamento a derogar a regañadientes las leyes contra la libertad de coalición. Durante la campaña de agitación por la reforma electoral, los obreros formaban el ala radical del partido de la reforma; y cuando la ley de 1832 los privó del derecho de sufragio, sintetizaron sus reivindicaciones en la Carta del Pueblo (People's Charter) y se constituyeron, en oposición al gran partido burgués que combatía las leyes cerealistas, en un partido independiente, el partido cartista (*), que fue el primer partido obrero de nuestro tiempo. A continuación vinieron las revoluciones continentales de febrero y marzo de 1848, en las que los obreros desempeñaron un papel tan importante y en las que plantearon, por lo menos en París, reivindicaciones que eran resueltamente inadmisibles, desde el punto de vista de la sociedad capitalista. Y luego sobrevino la reacción general. Primero, fue la derrota de los cartistas del 10 de abril de 1848; después, el aplastamiento de la insurrección obrera de París, en junio del mismo año; más tarde, los descalabros de 1849 en Italia, Hungría y el sur de Alemania; y, por último, el triunfo de Luis Bonapar- (*) Cartismo. Movimiento revolucionario de masas de obreros ingleses, provocado por la grave situación económica y la carencia de derechos políticos. El movimiento comenzó a fines de los años 30, con grandiosas manifestaciones, y continuó, con intervalos, hasta principios de los años 50 del siglo XIX. La causa principal del fracaso del movimiento cartista fue la falta de una dirección proletaria revolucionaria consecuente y de un programa claro. (N. de la Editorial.) |