Del socialismo utópico al socialismo científico
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El modo capitalista de producción se mueve
en estas dos formas de la contradicción inherente a
él por sus mismos orígenes, describiendo sin
apelación aquel "círculo vicioso" que
ya puso de manifiesto Fourier. Pero lo que Fourier, en su
época, no podía ver todavía es que este
círculo va reduciéndose gradualmente, que el
movimiento se desarrolla más bien en espiral y tiene
que llegar necesariamente a su fin, como el movimiento de los
planetas, chocando con el centro. Es la fuerza propulsora de
la anarquía social de la producción la que
convierte a la inmensa mayoría de los hombres, cada
vez más marcadamente, en proletarios, y estas masas
proletarias serán, a su vez, las que, por
último, pongan fin a la anarquía de la
producción. Es la fuerza propulsora de la
anarquía social de la producción la que
convierte la capacidad infinita de perfeccionamiento de las
máquinas de la gran industria en un precepto
imperativo, que obliga a todo capitalista industrial a
mejorar continuamente su maquinaría, so pena de
perecer. Pero mejorar la maquinaria equivale a hacer
superflua una masa de trabajo humano. Y así como la
implantación y el aumento cuantitativo de la
maquinaria trajeron consigo el desplazamiento de millones de
obreros manuales por un número reducido de obreros
mecánicos, su perfeccionamiento determina la
eliminación de un número cada vez mayor de
obreros de las máquinas, y, en última
instancia, la creación de una masa de obreros
disponibles que sobrepuja la necesidad media de
ocupación del capital, de un verdadero ejército
industrial de reserva, como yo hube de llamarlo ya en 1845
(*), de un ejército de trabajadores disponibles
para los tiempos en que la industria trabaja a todo vapor y
que luego, en las crisis que sobrevienen necesariamente
después de esos períodos, se ve lanzado a la
calle, constituyendo en todo momento un grillete atado a los
pies de la clase trabajadora en su lucha por la existencia
contra el capital y un regulador para mantener los salarios
en el nivel bajo que corresponde a las necesidades del
capitalismo. Así, pues, la maquinaria, para decirlo
con Marx, se ha convertido en el arma más poderosa del
capital contra la clase obrera, en un medio de trabajo que
arranca constantemente los medios de vida de manos del
obrero, ocurriendo que el producto mismo del obrero se
convierte en el instrumento de su esclavización. De
este modo, la economía en los medios de trabajo lleva
consigo, desde el primer momento, el más despiadado
despilfarro de la fuerza de trabajo y un despojo contra las
(*) La situación obrera en Inglaterra, página 109. (Nota de Engels.) |