Del socialismo utópico al socialismo científico
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condiciones normales de la función misma del trabajo.
Y la maquinaria, el recurso más poderoso que ha podido
crearse para acortar la jornada de trabajo, se trueca en el
recurso más infalible para convertir la vida entera
del obrero y de su familia en una gran fornada disponible
para la valorización del capital; así ocurre
que el exceso de trabajo de unos es la condición
determinante de la carencia de trabajo de otros, y que la
gran industria, lanzándose por el mundo entero, en
carrera desenfrenada, a la conquista de nuevos consumidores,
reduce en su propia casa el consumo de las masas a un
mínimo de hambre y mina con ello su propio mercado
interior. "La ley que mantiene constantemente el exceso
relativo a la población o ejército industrial
de reserva en equilibrio con el volumen y la energía
de la acumulación del capital, ata al obrero al
capital con ligaduras más fuertes que las cuñas
con que Vulcano clavó a Prometeo a la roca. Esto
origina que a la acumulación del capital corresponda
una acumulación igual de miseria. La
acumulación de la riqueza en uno de los polos
determina en el polo contrario, en el poco de la clase que
produce su propio producto como capital, una
acumulación igual de miseria, de tormentos de trabajo,
de esclavitud, de ignorancia, de embrutecimiento y de
degradación moral" (Marx, El Capital, t.
I, capítulo XXIII). Y esperar del modo capitalista de
producción otra distribución de los productos,
sería como esperar que los dos electrodos de una
batería, mientras estén conectados con
ésta, no desompongan el agua ni liberen oxígeno
en el polo positivo e hidrógeno en el negativo.
Hemos visto que la capacidad de perfeccionamiento
de la maquinaria moderna, llevada a su límite
máximo, se convierte, gracias a la anarquía de
la producción dentro de la sociedad, en un precepto
imperativo que obliga a los capitalistas industriales, cada
cual de por sí, a mejorar incesantemente su
maquinaria, a hacer siempre más potente su fuerza de
producción. No menos imperativo es el precepto en que
se convierte para él la mera posibilidad efectiva de
dilatar su órbita de producción. La enorme
fuerza de expansión de la gran industria, a cuyo lado
la de los gases es un juego de chicos, se revela hoy ante
nuestros ojos como una necesidad cualitativa y
cuantitativa de expansión, que se burla de cuantos
obstáculos encuentra a su paso. Estos
obstáculos son los
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