Del socialismo utópico al socialismo científico
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lo era con los vínculos interpersonales del orden
feudal. La burguesía echó por tierra el orden
feudal y levantó sobre sus ruinas el régimen de
la sociedad burguesa, el imperio de la libre concurrencia, de
la libertad de domicilio, de la igualdad de derechos de los
poseedores de las mercancías, y tantas otras
maravillas burguesas más. Ahora ya podía
desarrollarse libremente el modo capitalista de
producción. Y al venir el vapor y la nueva maquinaria
herramental y transformar la antigua manufactura en gran
industria, las fuerzas productivas creadas y puestas en
movimiento bajo el mando de la burguesía se
desarrollaron con una velocidad inaudita y en proporciones
desconocidas hasta entonces. Pero, del mismo modo que en su
tiempo la manufactura y el artesanado, que seguía
desarrollándose bajo su influencia, chocaron con las
trabas feudales de los gremios, hoy la gran industria, al
llegar a un nivel de desarrollo más alto, no cabe ya
dentro del estrecho marco en que la tiene cohibida el modo
capitalista de producción. Las nuevas fuerzas fuerzas
productivas desbordan ya lo forma burguesa en que son
explotadas, y este conflicto entre las fuerzas productivas y
el modo de producción no es precisamente un conflicto
planteado en las cabezas de los hombres, algo así como
el conflicto entre el pecado original del hombre y la
justicia divina, sino que radica en los hechos, en la
realidad objetiva, fuera de nosotros, independientemente de
la voluntad o actividad de los mismos hombres que lo han
provocado. El socialismo moderno no es más que el
reflejo de este conflicto material en la mente, su
proyección ideal en las cabezas, empezando por las de
la clase que sufre directamente sus consecuencias: la clase
obrera.
¿En qué consiste este conflicto? Antes de sobrevenir la producción capitalista, es decir, en la Edad Media, regía con carácter general la pequeña industria, basada en la propiedad privada del trabajador sobre sus medios de producción: en el campo, la agricultura corría a cargo de pequeños labradores, libres o vasallos; en las ciudades, la industria estaba en manos de los artesanos. Los medios de trabajo -la tierra, los aperos de labranza, el taller, las herramientas- eran medios de trabajo individual, destinados tan sólo al uso individua y, por tanto, forzosamente, mezquinos, diminutos, limitados. Pero esto mismo hacía que perteneciesen, por lo |