Del socialismo utópico al socialismo científico
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Capítulo I
El socialismo moderno es, en primer
término, por su contenido, fruto del reflejo de la
inteligencia, por un lado, de los antagonismos de clase que
imperan en la moderna sociedad entre poseedores y
desposeídos, capitalistas y obreros asalariados, y,
por otro lado, de la anarquía que reinca en la
producción. Pero por su forma teórica, el
socialismo empieza presentándose como una
continuación, más desarrollada y más
consecuente, de los principios proclamados por los grandes
pensadores franceses del siglo XVIII. Como toda nueva
teoría, el socialismo, aunque tuviese sus
raíces en los hechos materiales económicos,
hubo de empalmar, al nacer, con las ideas existentes.
Los grandes hombres que en Francia ilustraron las cabezas para la revolución que había de desencadenarse adoptaron ya una actitud resueltamente revolucionaria. No reconocían autoridad exterior de ningún género. La religión, la concepción de la naturaleza, la socciedad, el orden estatal: todo lo sometían a la crítica más despiadada; cuanto existía había de justificar los títulos de su existencia ante el fuero de la razón o renunciar a seguir existiendo. A todo se aplicaba como rasero único la razón pensante. Era la época en que, según Hegel, "el mundo giraba sobre la cabeza" (*), primero, en el sentido de que la cabeza humana y los principios establecidos por su especulación reclamaban el derecho a ser acatados como base de todos los actos humanos y de toda relación social, y luego también, en el sentido más amplio de que la realidad que no se ajustaba a estas conclusiones se veía subvertida de hecho desde los comienzos hasta el remate. Todas las formas anteriores de sociedad y estado, to- (*) He aquí el pasaje de Hegel referente a la revolución francesa: "La idea, el concepto del Derecho, se hizo valer de golpe, sin que pudiese oponerle ninguna resistencia la vieja armazón de la injusticia. Sobre la idea del derecho se ha basado ahora, por tanto, una Constitución, y sobre ese fundamento, debe basarse en adelante todo. Desde que el Sol alumbra en el firmamento y los planetas giran alrededor de él, nadie había visto que el hombre se alzase sobre la cabeza, es decir, sobre la idea, construyendo con arreglo a ésta la realidad. Anaxágoras fue el primero que dijo que el nûs, la razón, gobierna el mundo: |