Del socialismo utópico al socialismo científico
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"triunfo de la razón" resultaron ser unas
tristes y decepcionantes caricaturas. Sólo faltaban
los hombres que pusieron de relieve el desengaño y que
surgieron en los primeros años del siglo XIX. En 1802,
vieron la luz las Cartas ginebrinas de Saint-Simon; en
1808 publicó Fourier su primera obra, aunque las bases
de su teoría databan ya de 1799; el 1 de enero de
1800, Roberto Owen se hizo cargo de la dirección de la
empresa New Lanark.
Sin embargo, por aquel entonces, el modo capitalista de producción, y con él el antagonismo entre la burguesía y el proletariado se habían desarrollado desarrollado todavía muy poco. La gran industria, que en Inglaterra acababa de nacer, era todavía desconocida en Francia. Y sólo la gran industria desarrolla, de una parte, los conflictos que transforman en una necesidad imperiosa la subversión del modo de producción y la eliminación de su carácter capitalista -conflictos que estallan no sólo entre las clases engendradas por esa gran industria, sino también entre las fuerzas productivas y las formas de cambio por ella creadas- y, de otra parte, desarrolla también en estas gigantestas fuerzas productivas los medios para resolver estos conflictos. En vísperas del siglo XIX, los conflictos que brotaban del nuevo orden social apenas empezaban a desarrollarse, y mucho menos, naturalmente, los medios que habían de conducir a su solución. Si las masas desposeídas de París lograron adueñarse por un momento del Poder durante el régimen del terror y con ello llevar al triunfo a la revolución burguesa, incluso en contra de la burguesía, fue sólo para demostrar hasta qué punto era imposible mantener por mucho tiempo este Poder en las condiciones de la época. EL proletariado, que apenas empezaba a destacarse en el seno de estas masas desposeídas, como tronco de una clase nueva, totalmente incapaz todavía para desarrollar una acción política propia, no representaba más que un estamento oprimido, castigado, incapaz de valerse por sí mismo. La ayuda, en el mejor de los casos, tenía que venirle de fuera, de lo alto. Esta situación histórica informa también las doctrinas de los fundadores del socialismo. Sus teorías incipientes no hacen más que reflejar el estado incipiente de la producción capitalista, la incipiente condición de clase. Se pretendía sacar de la cabeza la solución de los problemas sociales, latente todavía en las condiciones económicas poco desarrolladas de la época. La sociedad no encerraba más que |