Del socialismo utópico al socialismo científico
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de la igualdad, etc.; no basta con la mera voluntad de abolir
estas clases, sino que son necesarias determinadas
condiciones económicas nuevas. La división de
la sociedad en una clase explotadora y otra explotada, una
clase dominante y otra oprimida, era una consecuencia
necesaria del interior desarrollo incipiente de la
producción. Mientras el trabajo global de la sociedad
sólo rinde lo estrictamente indispensable para cubrir
las necesidades más elementales de todos, y acaso un
poco más; mientras, por lo tanto, el trabajo absorbe
todo el tiempo o casi todo el tiempo de la inmensa
mayoría de los miembros de la sociedad, ésta se
divide, necesariamente, en clases. Junto a la gran
mayoría constreñida a no hacer más que
llevar la carga del trabajo, se forma una clase eximida del
trabajo directamente productivo y a cuyo cargo corren los
asuntos generales de la sociedad; la dirección de los
trabajos, los negocios públicos, la justicia, las
ciencias, las artes, etc. Es, pues, la ley de la
división del trabajo la que sirve de base a la
división de la sociedad en clases. Lo cual no impide
que esta división de la sociedad en clases se lleve a
cabo por la violencia y el despojo, la astucia y el
engaño; ni quiere decir que la clase dominante, una
vez entronizada, se abstenga de consolidar su poderío
a costa de la clase trabajadora, convirtiendo su papel social
de dirección en una mayor explotación de las
masas.
Vemos, pues, que la división de la sociedad en clases tiene su razón hitórica de ser, pero sólo dentro de determinados límites de tiempo, bajo determinadas condiciones sociales. Era condicionada por la insuficiencia de la producción, y será barrida cuando se desarrollen plenamente las modernas fuerzas productivas. En efecto, la abolición de las clases sociales presupone un grado histórico de desarrollo tal, que la existencia, no ya de ésta o de aquella clase dominante concreta, sino de una clase dominante cualquiera que ella sea y, por tanto, de las mismas diferencias de clase, representa un anacronismo. Presupone, por consiguiente, un grado culminante en el desarrollo de la producción, en el que la apropiación de los medios de producción y de los productos y, por tanto, del Poder político, del monopolio de la cultura y de la dirección espiritual por una determinada clase de la sociedad, no sólo se hayan hecho superfluos, sino que además constituyan, económica, política e intelectualmente, una barrera levantada ante el progreso. Pues bien; a este punto ya se ha llegado. |