Del socialismo utópico al socialismo científico
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seno; en todo instante, en su organismo mueren unas
células y nacen otras; y, en el transcurso de un
período más o menos largo, la materia de que
está formado se renueva totalmente, y nuevos
átomos de materia vienen a ocupar el lugar de los
antiguos, por donde todo ser orgánico es, al mismo
tiempo, el que es y otro distinto. Asimismo, nos encontramos,
observando las cosas detenidamente, con que los dos polos de
una antítesis, el positivo y el negativo, son tan
inseparables como antitéticos el uno del otro y que,
pese a todo su antagonismo, se penetran
recíprocamente; y vemos que la causa y el efecto son
representaciones que sólo rigen como tales en su
aplicaciónal caso concreto, pero que, examinando el
caso concreto en su concatenación con la imagen total
del universo, se juntan y se diluyen en la idea de una trama
universal de acciones y reacciones, en que las causas y los
efectos cambian constantemente de sitio y en que lo que ahora
o aquí es efecto, adquiere luego o allí
carácter de causa y viceversa.
Ninguno de estos fenómenos y métodos discursivos encaja en el cuadro de las especulaciones metafísicas. En cambio, para la dialéctica, que enfoca las cosas y sus imágenes conceptuales sustancialmente en sus conexiones, en su concatenación, en su dinámica, en su proceso de génesis y caducidad, fenómenos como los expuestos no son más que otras tantas confirmaciones de su modo genuino de proceder. La naturaleza es la piedra de toque de la dialéctica, y las modernas Ciencias Naturales nos brindan para esta prueba un acervo de datos extraordinariamente copiosos y enriquecido con cada día que pasa, demostrando con ello que la naturaleza se mueve, en última instancia, por los cauces dialécticos y no por los carriles metafísicos, que no se mueve en la eterna monotonía de un ciclo constantemente repetido, sino que recorre una verdadera historia. Aquí hay que citar en primer término a Darwin, quien, con su prueba de que toda la naturaleza orgánica existente, plantas y animales, y entre ellos, como es lógico, el hombre, es un producto de un proceso de desarrollo que dura millones de años, ha asestado a la concepción metafísica de la naturaleza el más rudo golpe. Pero, hasta hoy, los naturalistas que han sabido pensar dialécticamente pueden contarse con los dedos, y este conflicto entre |