Del socialismo utópico al socialismo científico
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Paso a paso, con el auge de la burguesía,
iba produciéndose el gran resurgimiento de la ciencia.
Volvían a cultivarse la astronomía, la
mecánica, la física, la anatomía, la
fisiología. La burguesía necesitaba, para el
desarrollo de su producción industrial, una ciencia
que investigase las propiedades de los cuerpos físicos
y el funcionamiento de las fuerzas naturales. Pero, hasta
entonces, la ciencia no había sido más que la
servidora humilde de la Iglesia, a la que no se le
consentía traspasar las fronteras establecidas por la
fe; en una palabra, había sido cualquier cosa menos
una ciencia. Ahora, la ciencia se rebelaba contra la Iglesia;
la burguesía necesitaba a la ciencia y se lanzó
con ella a la rebelión.
Aquí no he tocado más que dos de los puntos en que la burguesía en ascenso tenía necesariamente que chocar con la religión establecida; pero esto bastará para probar: primero, que la clase más empeñada en la lucha contra el poder de la Iglesia católica era precisamente la burguesía, y, segundo, que por aquel entonces toda la lucha contra el feudalismo tenía que vestirse con un ropaje religioso y dirigirse en primera instancia contra la Iglesia. Pero el grito de guerra lanzado por las universidades y los hombres de negocios de las ciudades tenía inevitablemente que encontrar, como en efecto encontró, una fuerte resonancia entre las masas del campo, entre los campesinos, que en todas partes estaban empeñados en una dura lucha contra sus señores feudales eclesiásticos y seculares, lucha en la que se ventilaba su existencia. La gran campaña de la burguesía europea contra el feudalismo culminó en tres grandes batallas decisivas. La primera fue la que llamamos la Reforma protestante alemana. Al grito de rebelión de Lutero contra la Iglesia, respondieron dos insurrecciones políticas: primero, la de la nobleza baja, acaudillada por Franz von Sickingen, en 1523, y luego la gran guerra campesina, en 1525. Ambas fueron aplastadas, a causa, principalmente, de la falta de decisión del partido más interesado en la lucha: la burguesía de las ciudades; falta de decisión vuyas causas no podemos investigar aquí. Desde este instante, la lucha degeneró en una reyerta entre los distintos príncipes y el Poder central del emperador, trayendo como |