Del socialismo utópico al socialismo científico
página 1
PRÓLOGO A LA EDICIÓN INGLESA
El pequeño trabajo que tiene delante el
lector formaba parte, en sus orígenes, de una obra
mayor. Hacia 1875, el Dr. E. Dürhing, privat-docent de
la Universidad de Berlín, anunció de pronto y
con bastante estrépito su conversión al
socialismo y presentó al público alemán,
no sólo una teoría socialista detalladamente
elaborada, sino también un plan práctico
completo para la reorganización de la sociedad. Se
abalanzó, naturalmente, sobre sus predecesores,
honrando particularmente a Marx, sobre quien derramó
las copas llenas de su ira.
Esto ocurría por los tiempos en que los dos sectores del Partido Socialista de Alemania -los eisenachianos y los lassalleanos- acababan de fusionarse, adquiriendo este así, no sólo un inmenso incremento de fuerza, sino algo que importaba todavía más: la posibilidad de desplegar toda esta fuerza contra el enemigo común. El Partido Socialista de Alemania se iba convirtiendo rápidamente en una potencia. Pero, para convertirlo en una potencia, la condición primordial era no poner en peligro la unidad recién conquistada. Y el Dr. Dühring se aprestaba públicamente a formar en torno a su persona una secta, el núcleo de lo que en el futuro habría de ser un partido aparte. No había, pues, más remedio que recoger el guante que se nos lanzaba y dar la batalla, por muy poco agradable que ello nos fuese. Por cierto, la cosa, aunque no muy difícil, había de ser, evidentemente, harto pesada. Es bien sabido que nosotros, los alemanes, tenemos una terrible y poderosa Gründlichkeit, un cavilar profundo, o una caviladora profundidad, como se le quiera llamar. En cuanto uno de nosotros expone algo que reputa una nueva doctrina, lo primero que hace es elaborarla en forma de un sistema universal. |