Del socialismo utópico al socialismo científico
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Hoy, estamos todavía muy lejos de conocer exactamente
la constitución de las sustancias orgánicas
superiores, los llamados cuerpos albuminoides, pero no hay
absolutamente ninguna razón para que no adquiramos,
aunque sea dentro de varios siglos, este conocimiento y con
ayuda de él podamos fabricar albúmina
artificial. Y cuando lo consigamos, habremos conseguido
también producir la vida orgánica, pues la
vida, desde sus formas más bajas hasta las más
altas, no es más que la modalidad normal de existencia
de los cuerpos albuminoides.
Pero, después de hechas estas reservas formales, nuestro agnóstico habla y obra en un todo como el materialista empedernido, que en el fondo es. Podrá decir: a juzgar por lo que nosotros sabemos, la materia y el movimiento o, como ahora se dice, la energía, no pueden crearse ni destruirse, pero no tenemos pruebas de que ambas no hayan sido creadas en algún tiempo remoto y desconocido. Y, si intentáis volver contra él esta confesión en un caso dado, os llamará al orden a toda prisa y os mandará callar. Si in abstracto reconoce la posibilidad del espiritualismo, in concreto no quiere saber de él. Os dirá: por lo que sabemos y podemos saber, no existe creador ni regente del universo; en lo que a nosotros respecta, la materia y la energía son tan increables como indestructibles; para nosostros, el pensamiento es una forma de la energía, una función del cerebro. Todo lo que nosotros sabemos nbos lleva a la conclusión de que el mundo material se halla regido por leyes inmutables, etc., etc. Por tanto, en la medida en que sabe algo, el agnóstico es materialista; fuera de los confines de su ciencia, en los campos que no domina, traduce su ignorancia al griego y la llama agnosticismo. En todo caso, lo que sí puede asegurarse es que, aunque yo fuese agnóstico, no podría dar a la concepción de la historia esbozada en este libro el nombre de "agnosticismo histórico". Las gentes de sentimientos religiosos se reirían de mí, y los agnósticos me preguntarían, indignados, si quería burlarme de ellos. Así, pues, confío en que la "respetabilidad" británica, que en alemán se llama filisteísmo, no se enfadará demasiado porque emplee en inglés, como en tantos otros idiomas, el nombre de "materialismo histórico" para designar esa concepción de los derroteros de la historia universal que |